Y es que cada vez que él iba a la despensa a buscar galletas, se enfadaba. Se enfadaba mucho, porque ella había sido más rápida y se las había comido todas.
La miraba a los ojos y decía.
-Lo has vuelto a hacer. Te pondrás como una vaca de tanto comer galletas.
Y ella, aún con la boca llena de galletas y escupiendo tropezones con cada palabra, siempre le contestaba lo mismo.
-A mhi me guzhtan laz vacah.
Y después de que se tragase todas las galletas, él se echaba sobre ella y comenzaban a besarse, como si les fuera la vida en ello. Él entrelazaba sus manos en el pelo de ella y la mordía el labio, mientras ella intentaba bajarle los pantalones y le susurraba al oído: "Te quiero, te quiero". Y después de hacer el amor en la despensa, él la repetía una y otra vez que tan sólo lo había echo por si aún quedaban galletas en su boca.
2 comentarios:
Aiis que bonito!
Me encanta esta entrada,es super tierna^^
Si quieres pasarte y dejarme tu opinión:
http://anisensations.blogspot.com
Yo tengo escrito algo sobre galletas tb... jajaja
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