Se acabó.

Ya está, a partir de ahora solo quiero sonrisas.
Sonrisas y más sonrisas. Una detrás de otra.
Eso es lo que quiero. Como hacíamos antes. ¿Recordais?
Daba igual que fuese un Lunes con Matemáticas a primera y examen de Literatura a tercera, o que fuese un Domingo. Uno de esos Domingos laaaaargos y aburridos, muy aburridos.
Nos daba igual que hiciese frío o que hiciese calor.
Siempre estábamos riendo, sonreíamos cada vez que teníamos oportunidad y nos matábamos a carcajadas con cualquier tontería.
Y eso es lo que quiero. Sonreír, sonreír y sonreír más. Reírme hasta que me duela la barriga de hacerlo y tenga que gritar: "¡Para, para!" . Aunque en realidad nunca quiera parar, parar de reírme, porque quiero sonreír más. Mucho más. 
Porque en estos 15 años me he dado cuenta de que lo mejor que puedes hacer es reírte, reírte de todo, de lo malo, de lo bueno, de los chistes, de los marrones. De todo, sin excepción.
Y yo quiero que me duela la cara de reírme. Puede que suene extraño, pero ahora mismo es lo único que quiero.